miércoles, 6 de julio de 2011

Historia de la Vida Real: "La Vendedora de Helados"

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Cualquier parecido con la realidad no es coincidencia
Hemos cambiado los nombres, por razones obvias.




La primera vez que vi a Cilia, fue con su pareja de turno. Habían sido referidos porque luego de parir, en Reten detectaron que el niño tenía serología positiva para VIH. Se trataba de una pareja de personas muy jóvenes, sin llegar a los 30 años, viviendo en un populoso sector del Oeste de Caracas. Los atendí sin cita previa, y procedí a llenar una ficha de pacientes para el archivo que tengo en la consulta. En ocupación coloqué “Heladera”, porque laboraba despachando helados en una cafetería. El control del embarazo había sido más que deficiente, y para el momento que yo los atendí, el niño no había sido evaluado en el servicio de insectología pediátrica del Hospital J.M. de Los Ríos, adonde se refieren todos los recién nacidos en situación similar. Hablamos con la pareja, y les explicamos lo que debían hacer; especialmente sobre la urgencia de realizar estudios confirmatorios en ambos, para el diagnóstico de infección por VIH, a través de técnicas de ELISA o de W-B. Igualmente conversamos sobre la necesidad de, en caso de resultar confirmada dicha infección, cuantificar los niveles de linfocitos TCD4 y de carga viral del virus, además de realizar despistaje de comorbilidades y/o enfermedades oportunistas: sífilis, tuberculosis, hepatitis B y C, micosis profundas, etc. Desgraciadamente, no pude captar que el nivel de entendimiento de la información suministrada por mí, fue nula en la pareja atendida. Igualmente, no sospeché que se iban a perder del control por la consulta. De haberlo sospechado habría solicitado la evaluación por el servicio de Trabajo Social del hospital, para hacer el enlace con la Misión Barrio Adentro del sector donde vive dicha pareja, para el seguimiento... El tiempo pasó: días, semanas y meses. Mas nunca supe de ellos; y justo un año después, recibí una interconsulta pasada por el servicio de Obstetricia, sobre una paciente que tuvo parto extrahospitalario, y cuyo recién nacido había resultado con serología positiva para VIH. El nombre de la paciente era el mismo: Cilia. Busqué la ficha que había llenado. Era el mismo nombre, la misma edad. Lo que no coincidía era el número de cédula de identidad. Debía apelar entonces a mi muy mala memoria para los rostros. Cuando me encontré con la paciente el rostro y el cuerpo robusto me resultaron familiar. Le pregunté si no nos habíamos visto en la consulta. La paciente estaba anémica, y probablemente desorientada... Hasta que finalmente me dijo algo así como: mi hijo no tenía eso (se refería al hijo anterior cuya suerte desconocíamos)...

De seguido logramos que el servicio de Obstetricia esterilizara quirúrgicamente a esta compatriota. De la pareja no he sabido absolutamente nada, aparentemente la abandonó. Éste caso es lamentable, y nos llama la atención sobre la insuficiente calidad de programa de atención prenatal en el Sistema Público Nacional de Salud, incluyendo a Barrio Adentro. No hay nada más visible en un sector populoso, que una mujer embarazada. Así que no entiendo cómo durante 9 meses esta paciente fue invisible para todos; para nosotros, para Barrio Adentro, para el consejo comunal de su sector, para todos. Ésta vez hicimos lo que había que hacer, sin confiarnos en el nivel de compromiso de la paciente ni de sus familiares. Hablamos con Trabajo Social, solicitamos evaluación por psiquiatría, etc… Pero igualmente, durante los actuales momentos, la paciente tiene meses desaparecida del control por nosotros…

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