Las personas que dejan
de fumar abruptamente tienen más probabilidades de mantenerse abstinentes a las
4 semanas y a los 6 meses en comparación con las que dejan de hacerlo
gradualmente, según un nuevo estudio aleatorizado y controlado de 697
fumadores.
Nicola Lindson-Hawlel, PhD, de la Universidad de Oxford,
Reino Unido, y sus colaboradores informan sus hallazgos en un artículo publicado en versión electrónica el 15 de marzo en Annals of Internal Medicine.
“El apoyo al cese gradual del tabaquismo puede ser una
forma útil de incrementar el cese en la población, pero dejar de fumar
abruptamente es el método más eficaz, incluso en personas que no lo prefieren”,
señalan los investigadores.
Los investigadores asignaron de manera aleatoria a 355
fumadores adultos al grupo con cese abrupto y 342 al grupo con cese gradual.
Los participantes fueron alistados de 31 consultorios de atención primaria.
Los participantes en el grupo con cese abrupto seleccionaron
un día en las 2 semanas subsiguientes en el cual dejar de fumar.
Los participantes en el grupo con cese gradual redujeron
su tabaquismo 50% al final de la primera semana y otro 25% en la segunda semana
antes de dejar de fumar por completo el día del cese.
Las enfermeras proporcionaron apoyo conductual a los
participantes de los dos grupos y los pacientes de ambos grupos utilizaron
parches de reemplazo de nicotina tanto antes como después de fumar. Los
participantes del grupo con cese abrupto también previeron momentos en que
sería muy difícil evitar el tabaco y desarrollaron estrategias de adaptación
para evitar las recaídas. Los participantes en el grupo con cese gradual
recibieron tratamiento de reemplazo de nicotina de acción breve de su elección.
Los investigadores evaluaron la cantidad que fumaban los
pacientes y midieron la cotinina salival y la concentración de monóxido de
carbono exhalado en cada sesión clínica subsiguiente. Utilizaron la Escala de
Síntomas Afectivos y Físicos para Medir los Síntomas de Abstinencia del tabaco
y vigilaron a los participantes para determinar posibles sobredosis de nicotina
durante las dos semanas del tratamiento de reposición de nicotina concomitante
y tabaquismo antes del día del cese.
A las 4 semanas, 39,2% (intervalo de confianza [IC] de
95%: 34,0% - 44,4%) de los participantes en el grupo con cese gradual y 49,0%
(IC del 95%: 43,8% – 54,2%) de los participantes en el grupo con cese abrupto
estaban abstinentes. Los datos no demostraron la no inferioridad (riesgo relativo
[RR] no ajustado: 0,80 [IC del 95%: 0,68 – 0,96]); por otra parte, los
participantes en el grupo con cese gradual tuvieron menos probabilidades de
tener abstinencia a las cuatro semanas (RR ajustado; 0,80, IC del 95%: 0,66 –
0,93) en comparación con los del grupo con cese abrupto, que fue el criterio
principal de valoración.
A los 6 meses, 15,5% (IC del 95%: 12,0% - 19,7%) de los
del grupo con cese gradual y 22,0% (IC del 95%: 18,0% - 26,6%) de los del grupo
con cese abrupto estaban abstinentes, con un riesgo relativo de 0,71 (IC del
95%: 0,46 – 0,91).
Los autores también señalan que cuando estratificaron a
los participantes de acuerdo con su método preferido de suspensión ―gradual o
abrupto― los que prefirieron dejar de fumar en forma gradual (38,3%) tuvieron
menos probabilidades de estar abstinentes que los participantes que prefirieron
dejar de fumar en forma abrupta (52,2%), independientemente de su asignación en
el estudio (p = 0,007).
“Descubrimos evidencia clara de que dejar de fumar en
forma abrupta era superior a corto y a más largo plazo. El cumplimiento de las
instrucciones en la conducta y antes de la suspensión [tratamiento de reemplazo
de nicotina] fue satisfactorio, y la medicación fue bien tolerada”, señalan los
investigadores. “Los participantes que prefirieron suspender el tabaquismo en
forma gradual tuvieron menos probabilidades de lograr la abstinencia,
independientemente de cómo fueron asignados para dejar de fumar”.
Referencias
1. Ann Intern Med. Publicado el 15 de
marzo de 2016 en versión electrónica.